Con normalidad, pensamos que la comunicación se limita a solo tratar de entender; pero realmente va más allá. Tiene que ver con saber dialogar, argumentar y sobre todo escuchar lo que los demás nos dicen, lo que sería la clave para ahorrarnos muchos conflictos.
En ocasiones, realmente es difícil encontrar las palabras precisas para dar a entender o trasmitir lo que deseamos. Existen los supuestos, dar por hecho, las hipótesis que creamos, los prejuicios de valor, sobre entender, difamar, añadir o quitar detalles, entre otros; que interfieren en la buena comunicación, lo que complica llegar a acuerdos o consolidar relaciones.
Es por lo que debemos mencionar el tema de franqueza radical de Kim Scott, que nos ofrece cuatro cuadrantes para una confrontación efectiva, dentro de la comunicación: empatía ruinosa, manipulación no sincera, agresión y franqueza radical. En la empatía ruinosa, se estima a la persona, pero no se le menciona si está equivocada. Durante el segundo, la manipulación no sincera, no nos importa tanto la persona y no se confronta. En el tercero, agresión, se confronta mucho, pero sin importarle las personas. Y en el último, que es el que promovemos, la franqueza radical, las personas nos importan y buscamos el cambio para ellas, por lo que las confrontamos a través de técnicas de comunicación asertiva.
A ese modelo, debemos agregar, que para una buena comunicación es importante alinear las visiones, tanto del emisor como del receptor; y para ello, debemos trabajar en:
- Escucha activa
- Empatía
- Comprensión del lenguaje no verbal
- Asertividad
- Habilidad para resolver diferencias
- Respeto
- Credibilidad
Siempre podríamos evitar suponer y tratar de hacer más preguntas a las personas. Crear un diálogo, escuchando las historias de los demás, preguntando, aportando… en búsqueda de esa visión alineada y así llegar a un acuerdo común. Y muy importante, estar enfocados en la conversación, sin distracciones.