“Tal vez no existan razones para elegir ser psicóloga. Implica horas de escuchar sufrimiento, conectarse con lo más profundo de lo humano frente a uno (Freud), vislumbrar más allá de lo evidente y a menudo sentir impotencia de no poder lograr la toma de conciencia (Alfred Adler).
La nuestra no es una profesión más. Quien acude a nosotros no lo hace para traernos buenas noticias (Sandor Ferenczi), vienen buscando respuestas a sus interrogantes y una salida para su sufrimiento (Viktor Frankl).
Todos los días necesitamos estar “lo mejor posible” para quienes cuya vida se les hace imposible (William James).
Cualquiera diría que no existen motivos para ser psicóloga, salvo que alguien tiene que hacerlo (Karl Jaspers). Pero a veces, muy de vez en cuando, no tan seguido como quisiéramos, podemos ser testigos de cómo un paciente ha superado un conflicto (Paul Watzlawick), cómo ha resuelto lo evitable o cómo ha aceptado lo inevitable. Podemos ser testigos, de tanto en tanto (Donald Winnicott) de cómo su vida se ha colmado de sentido nuevamente, de cómo han recuperado la sonrisa (Irwin Yalom)”

Tomado de las redes